lunes, 28 de enero de 2008

Los Frutos Secos en la Alimentación

Desde la Fundación Nucis (Salud y Frutos Secos) queremos potenciar al máximo la relación existente entre alimentación y salud para concienciar a la población de la importancia de cuidar nuestra alimentación y adaptarla a un tipo de dieta que nos proteja de las numerosas enfermedades que una mala alimentación puede originar.

Son muchos los estudios desarrollados en los últimos años, pero ha sido desde la inclusión de los frutos secos en la base de la pirámide nutricional de la Dieta Mediterránea cuando la comunidad científica internacional ha reconocido todos los efectos beneficiosos de los frutos secos sobre la salud.

Investigadores y médicos coinciden en señalar, basándose en estudios epidemiológicos y clínicos, que la dieta mediterránea es la más recomendable para preservar el bienestar y la salud de las personas.

Los frutos secos contienen una serie de sustancias nutritivas valiosas para la nutrición humana. Cabe destacar, principalmente, entre éstas, las proteínas, la fibra vegetal y las grasas insaturadas, con elevados niveles de ácidos grasos esenciales, minerales y vitaminas, especialmente las vitaminas E, A, B1 y B2.

¿Qué frutos secos?

Tal y cómo se define en el CAE (Código Alimentario Español), que es el marco legal principal a nivel de alimentación en España, se entiende por FRUTO SECO O DE CÁSCARA aquellos cuya parte comestible posee en su composición menos del 50% de agua. Por tanto son frutos secos las almendras, avellanas, nueces del Brasil, anacardos, nueces de macadamia, pecanas, piñones, pistachos y nueces.

Los frutos secos contienen, además, muchas proteínas -en algunos casos más del 20%- muy por encima de la mayoría de comestibles vegetales.

Otro factor beneficioso es el contenido relativamente elevado en fibra vegetal, cuya ingestión se encuentra a niveles demasiado bajos en los países industrializados, que se sitúan en una media inferior a los 20 gramos por día. La fibra vegetal no solamente es indispensable para regular el tránsito intestinal, sino que reduce también el riesgo de contraer diversas enfermedades, entre ellas el cáncer de colon.

Los frutos secos son, además, una fuente extraordinaria de Vitamina E, con efectos antioxidantes. El efecto fisiológico de la Vitamina E radica en impedir la oxidación del colesterol LDL en la sangre, disminuyendo el riesgo de arteriosclerosis.

Además, recientes estudios destacan la elevada concentración de antioxidantes que poseen los frutos secos, hecho que podría contribuir no sólo a la protección de la enfermedad cardiovascular, sino también a otras enfermedades en las que el estrés oxidativo del organismo juegue un papel importante.

Grasas, ¿sí o no?

El contenido en grasas de las almendras, avellanas, nueces del Brasil, anacardos, nueces de macadamia, pecanas, piñones, pistachos y nueces es mayoritariamente de tipo insaturado (poli o monoinsaturado), y ayuda a controlar los niveles de triglicéridos y colesterol en sangre. Más del 75% del contenido lipídico de los frutos secos viene dado en forma de grasa mono y poliinsaturada.

Algunos frutos secos, como las nueces, son ricos en ácido linolénico, ácido graso de tipo omega 3 que resulta beneficioso para el corazón.

Se acostumbra a criticar el alto contenido graso de los frutos secos, a pesar de que se trata de una grasa “buena”.

Las grasas que contienen los frutos secos se adaptan de forma ideal a los requisitos del organismo, ya que su contenido en ácidos grasos saturados es muy bajo, mientras que el de ácidos grasos insaturados es muy alto.

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